sábado, 1 de abril de 2017

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

                                         LOS DIEZ MANDAMIENTOS

El hombre desde su inicio fue condicionado a obedecer a su creador. El Primer Mandamiento que Dios dio al hombre fue muy sencillo…No comerás del árbol, de la ciencia del bien y del mal, el realizar esta acción les traería seguridad y bienestar, la acción sería vivir en un constate no comerás del árbol, la desobediencia al mandato traería una reacción…porque el día que de él comieres ciertamente morirás, fue un mandamiento sencillo, sin incisos, clausulas o letras pequeñas, el mandamiento quedaba claro, no ocupaba una interpretación especial, solo se requería obedecer.

   Si el hombre no hubiera comido del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, hubiera permanecido en un estado de amor hacia Dios y hacia su prójimo, el hombre estaría demostrando su amor hacia Dios al estar rechazando constantemente el deseo de querer comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, la prohibición no quedó sin una alternativa, ya que tendría cientos o miles de árboles de los cuales comer. 

  
   Dios le dio al hombre el libre albedrio entre escoger obedecer o desobedecer, fue creado libre, no tenía ningún tipo de limitación, podía hacer lo que quisiera, incluso comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, eso sería lo único que le traería consecuencias, era completamente libre, nadie podría haberlo esclavizado a no ser que comiera del árbol por su propia voluntad, ni aun el diablo lo obligó sólo le hizo sugerencias y observaciones torcidas.

   Es sumamente interesante como el hombre después de comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, se activó el mal en él; La culpabilidad que él tenía la quiso pasar a alguien más, en este caso a Eva, y después a Dios cuando dijo: La mujer que tú me diste. No se quiso hacer responsable de la consecuencia a su desobediencia, de la misma manera lo hizo Eva al decir: La Serpiente me engañó. Al ser Dios el creador de la serpiente, Eva lo hacía culpable por haberla creado.

   Después de la desobediencia del hombre, Dios le abre una puerta por la cual pudiera regresar a su presencia a ese estado de seguridad y amor; aquél que había sido el causante de la desobediencia del hombre recibe una advertencia: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Génesis 3:15
   La simiente de la mujer seria el camino a seguir para poder entrar de regreso por dicha puerta, lo que se hiciera por restaurar al hombre en ese inter sería provisional, ya que la restauración total de la humanidad caída la traería la simiente de la mujer, que es Cristo.

   La promesa de Dios de restituir a la humanidad lo que había perdido tuvo su inicio en uno de los hombres que en ese tiempo temían a Dios, Abraham fue llamado a ser el depositario de dicha promesa:

 Génesis 12:1 El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
»Haré de ti una nación grande,
    y te bendeciré;
haré famoso tu nombre,
    y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan
    y maldeciré a los que te maldigan;
¡Por medio de ti serán bendecidas
    todas las familias de la tierra!»

    Cuando Dios llamó a cuentas a Adán y a Eva por haber desobedecido su mandamiento al comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, maldijo a la Serpiente, maldijo a Eva, maldijo la Tierra y maldijo a Adán y; la maldición de la muerte pasó a toda su descendencia, dicha maldición sería revocada en la descendencia de Abraham: ¡Por medio de ti serán bendecidas
    todas las familias de la tierra!
Las palabras de maldición serian cambiadas por palabras de bendición.

 La promesa de bendición para la humanidad comenzó en la obediencia de un hombre, el cual sería conocido como “El Padre de la fe” por ende sus hijos serían Hijos de fe ya que serían instruidos en fe.

   Génesis 18:19 Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él.


   Isaac también recibe una promesa de parte de Dios 24 Esa noche se le apareció el Señor, y le dijo:
«Yo soy el Dios de tu padre Abraham.
No temas, que yo estoy contigo.
Por amor a mi siervo Abraham,
te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.»

A Jacob también le hace la promesa13 En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. 14 Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. 15 Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.»

A Judá también se le hace “una promesa profética”

Judá, te alabarán tus hermanos;
Tu mano en la cerviz de tus enemigos;
Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.
Cachorro de león, Judá;
De la presa subiste, hijo mío.
Se encorvó, se echó como león,
Así como león viejo: ¿quién lo despertará?
10 No será quitado el cetro de Judá,
Ni el legislador de entre sus pies,
Hasta que venga Siloh;
Y a él se congregarán los pueblos.
11 Atando a la vid su pollino,
Y a la cepa el hijo de su asna,
Lavó en el vino su vestido,
Y en la sangre de uvas su manto.
12 Sus ojos, rojos del vino,
Y sus dientes blancos de la leche.

Antes de iniciar el proceso de redención para la humanidad, Dios haría un pacto con una persona en particular, Abraham, Isaac, y Jacob, después lo haría con la descendencia de Jacob, el pueblo de Israel, Israel sería el prisma que encargaría de refractar la luz de Dios hacia el resto de las naciones; la tarea del pueblo de Israel no era únicamente ser un pueblo santo, sino uno que fuera capaz de ser ejemplo para ser imitado por el resto de las naciones.


   Dios debería de ser exclusivo del pueblo de Israel, ellos solo deberían servir y adorar a Dios, pero, Dios no excluía al resto de los pueblos, cualquier pueblo que decidiera temer a Dios no sería rechazado por Dios. Existieron hombres que eran temerosos de Dios
  

Llegado el momento de que el pueblo de Israel se convirtiera en ese pueblo escogido, obediente, especial tesoro, Dios los saca de la esclavitud de Egipto y los lleva a una Tierra que fluye leche y miel, no sin antes darles los Mandamientos con los cuales se regirían en ese lugar tan especial.


Los diez mandamientos eran por demás sencillos de cumplir, con observaciones bastante simples:

  1- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
¿Quién no amaría a un Dios que le da la libertad de una esclavitud mortal, y aun los pone en un lugar donde fluye la leche y la miel?

  2- No te harás dioses delante de mí.

¿Para qué hacer un dios inanimado que no puede resolver sus problemas?


   3- No pronuncies el nombre del Señor tu Dios en vano.
¿Para qué nombrar o llamar a Dios cuando Él todo lo ve?
 

4-  Guardarás el día de reposo  para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado.
¿Cómo no guardar un solo día para adorar, agradecer al que le da todo?


 
 5-Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.
¿Cómo no honrar a Dios honrando a los padres que les dio la vida?

¿Cómo no cumplir con el resto de los Mandamientos cuando estaban cumpliendo con los primeros cinco Mandamientos?




Los Diez Mandamientos estaban basados en 2 vertientes, hacia Dios y hacia el prójimo; es realmente interesante ver que el bienestar del hombre depende de estar bien con Dios y con el prójimo.

      Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente…Este es el primero y grande mandamiento…Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo…D
e estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.   Mateo 22:37-40

   Inicialmente los diez Mandamientos eran muy básicos en su expresión, sobre todo aquellos que tenían que ver con el prójimo, exceptuando el 10 que es un poco más definido.

  1- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

  2- No te harás dioses delante de mí.

  3- No pronuncies el nombre del Señor tu Dios en vano
.

  4-
  Guardarás el día de reposo  para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado

   
  
5-Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

  
6-No matarás.
  

   7-
No cometerás adulterio

  
 
8-No hurtarás.

 
  
9-No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

   10- No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni desearás la casa de tu prójimo, ni su tierra, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

   El hombre ha sido muy astuto utilizando el conocimiento del bien y del mal, y ha querido engañar a Dios, el problema es que se engaña así mismo, ya que Dios no puede ser burlado. 
  
    En los 400 años de silencio, en los cuales no hubo un profeta que a través de él se escuchara la voz de Dios al decir: ¡¡Palabra de Jehová!! Los líderes del pueblo de Israel a los cuales se les conoce como “los ancianos” adecuaron las Ordenanzas y Mandamientos de Dios de tal manera que según ellos pudieran cumplir sin quebrantarlos, aun cuando se hicieran cosas que fueran en contra del mandamiento, para cuando se da el inicio del Nuevo Testamento todo ya era ley que se debía cumplir.

   En el inicio del ministerio de Jesús tuvo que enfrentarse a dichas tradiciones, las cuales eran completamente humanas y ajenas al corazón de Dios. Siendo estas una de las causas de la crucifixión de Jesús.
      Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan…Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Mateo 15:1-3

   Después de los 400 años de silencio por fin se escucha la voz de Dios por medio de un profeta: ¡¡Vuélvanse a Dios!!
Es interesante como introduce Mateo en su evangelio a Juan en el inicio de su ministerio: ¡Vuélvanse a Dios!
 En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de JudeaDecía:
«Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca.»
  Juan era aquel de quien había escrito el profeta Isaías:
                                     «Voz de uno que grita en el desierto:
                                      “Preparen el camino para el Señor,
                                              háganle sendas derechas.” »
  Mateo 3:1-3


    Aun cuando Dios estuvo con el pueblo de Israel, antes de los 400 años de silencio, en sus contantes mensajes de amor hacia ellos, nunca permanecieron en Él, entonces es de esperarse que en los 400 años de silencio se perdieran sin la dirección de Dios, por tal razón Juan el bautista les hace la indicación: ¡Vuélvanse a Dios! El problema principal que los líderes del pueblo de Dios tenían era que según ellos estaban bien delante de Dios e iban en la dirección correcta. La interpretación de las Escrituras quedó en manos de hombres que estaban alejados de Dios, se dirigían en sentido opuesto a Dios, por eso Juan el bautista les dijo: Vuélvanse a Dios.


 
Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios   Isaías 40:3

   La voz que había sido profetizada por Isaías la cual clamaría en el desierto, se escuchó previamente a la aparición pública de Jesús; Según lo profetizado por Isaías, Juan prepararía el Camino a Jehová, pero, aparece Jesús. El inicio de su ministerio lo empezó diciendo:

         
 El tiempo se ha cumplido (Génesis 3:15, Gálatas 4:4), y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:15

   Dios había llegado como Hombre a redimir al hombre que había caído en el Huerto del Edén y se presenta como el que había de dar cumplimiento a todo lo que se profetizó sobre Él; Por eso dijo:


     
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Mateo 5:17

   Es interesante lo que Jesús le dice a su audiencia momentos antes de empezar a decir sus Mandamientos,
No penséis que he venido para abrogar.

     La definición de abrogar es muy interesante: Suspender o dejar sin vigor una ley o una costumbre mediante una disposición legal.

   El abrogar la ley o los profetas no era el propósito de Jesús al venir a este mundo, sino el cumplir la ley y las profecías que hablaban de él; El problema de interpretación en este verso en particular tiene que ver con la semántica de la palabra: Cumplir.
  
Cuando Jesús dijo que había venido para cumplir, no se refería a que venía a cumplir con las reglas, sino que venía a dar cumplimiento al plazo establecido; Pablo lo explica claramente cuando dice: Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Gálatas 4:4
   Aquella advertencia dada a la Serpiente estando en el huerto de que sería derrotada, tuvo su inicio en un pesebre en Belén y su cumplimiento en la tumba de José de Arimatea
cuando Jesús resucitó de la muerte.


El propósito de la ley

 

19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
20 Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno.
21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.
22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada.
24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.

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